Espectacular carrera por la serranía de Ronda en la que tienes 24 horas para recorrer 101 km. muy bien organizada por los legionarios de esta misma ciudad y en la que la preparación física es fundamental para poder acabar en el tiempo establecido.
El recorrido combina caminos de tierra con asfalto, con predomino de los primeros y cada 7 km. aproximadamente hay unas carpas que te proveen de líquidos, barritas de cereales y plátano en unas ocasiones y de sandwiches y coca cola en otras. También la organización dispone de tanques de agua para el que lo desee, llene sus cantimploras o camel-backs.
A la salida se te entrega un pasaporte que tendrás que ir sellando en los diferentes puntos que la organización tiene para garantizar que se hace el recorrido completo.
También hay dos puntos en los cuales el corredor puede dejar lo que considere necesario para estar bien surtido en carrera, ya sea ropa seca, alimentos, bebidas extra, etc...
La carrera iba a estar pasada por agua, inclemencia ésta que iba a hacer más dura la carrera.
El trayecto lo hice corriendo en el llano y en bajada, y andando en las numerosas cuestas con las que cuenta la prueba.
Parada técnica en Setenil (km. 53), para cambiarse de ropa, puesto que uno iba empapado y para coger algo más de abrigo pues la noche iba a ser bastante fresca.
Así hasta el km. 77, que se encuentra el acuartelamiento del tercio de la legión, y que nos ofrecen una cena caliente y masajes para poder continuar nuestra andadura.
Al salir, noche de perros con viento, frío y lluvia, que hace del camino una tortura.
De aquí hasta la meta el cuerpo ya no está para correr más y ya no puedo más que andar si así se le puede llamar, aunque sea más parecido a arrastrarse que a otra cosa.
Recuerdo sobre todo un tramo que discurre junto al río, lleno de grandes piedras, que con todo el agua que había caído y el paso de corredores y bicicletas lo había convertido en un barrizal que llegaba hasta los tobillos y en el que costaba mantenerse en pie simplemente andando.
Cruzo la meta en unas condiciones lamentables maldiciendo las inclemencias meteorológicas en un tiempo de
17:51:39, a las 5 de la madrugada, aproximadamente.
Te entregan "el ladrillo", que es una medalla de cerámica del tamaño de una tableta de chocolate.
Diploma, bebidas y una sudadera conmemorativa de la prueba.
Me meto en la carpa médica y mientras las voluntarias me curan las ampollas de los pies, me tomo un café y me tapo con una manta, pues llego con bastante frío al final.
Recojo la mochila con mis cosas y me voy al polideportivo que la organización puso a disposición de los participantes para pasar la noche, para echarme en mi saco, pues apenas puedo andar.
Al día siguiente me doy cuenta que tengo un tobillo bastante hinchado y la vuelta en tren parece una película de zombis con todos los participantes andando de forma patosa y renqueante.
A pesar de todo el año que viene intentaré de nuevo estar en la salida. Me va la marcha.